viernes, 17 de noviembre de 2023

 CUENTO CORTO Y REAL




Era mujer de costumbres muy avanzadas para su época. Vivía en un barrio residencial con su marido e hijos. Fumaba puros, algo insólito. Tenía un lenguaje chispeante y tabernario nada frecuente entonces en una señora burguesa.

Entre sus fijaciones estaban las vecinas remilgadas que iban a la iglesia, de las que no se cortaba en valorar, riendo a carcajadas, con un dicho muy suyo:

-          ¡Puta temprana, beata tardana!

Pasaron los años, enviudó, tuvo nietos, y… se hizo asidua de la parroquia. Nadie le recordó su refrán. Quizás ni ella misma.