Parece que 2011 es un número primo. Hay personas convencidas de que en 2012 acabará el mundo, por lo que para ellas el año 2011 es el último.
Pero, por encima de cábalas, crisis y lo que sea, 2011 es una realidad concreta que hay que superar. ¿Qué pasaría si en un determinado año nadie enfermara ni muriera? Aparte de alguna quiebra sanitaria, se trataría de algo sin duda bueno para la humanidad. ¿O no?
Se podría:
- Reducir a la mitad el número de asesores del Presidente del Gobierno y de cada uno de sus ministros.
- Hacer lo mismo con cada uno de los 17 presidentes autonómicos y sus gobiernitos o gobiernazos.
- Hacer lo mismo con los alcaldes y concejales, caso de que los tengan.
- Reducir a la mitad las pensiones de los ex-presidentes, ex-ministros y ex-diputados tanto nacionales como autonómicos.
- Mejor aun, hacer que estas pensiones no sean acumulables ni puedan superar la pensión máxima del régimen general.
- Aumentar los impuestos de las salas de juego, bingos, etc.
- Privatizar las radios y televisiones nacionales y autonómicas.
- Reducir a la mitad el número de liberad@s sindicales en cada empresa u organismo.
- Hacer imposible la pertenencia a más de un consejo de administración.
- Vender las fincas de recreo, yates etc. pertenecientes al Patrimonio Nacional, que no sean estrictamente necesarios.
'Sobre gustos no hay nada escrito' es un refrán que pretende defender que el gusto estético es convencional, y por tanto relativo. Discrepo totalmente. Dios es absoluto y es toda la Belleza. (La Belleza Suma, del poeta). Por tanto hay una belleza objetiva.
¿Cómo juzgarán las generaciones futuras a los monumentos escultóricos y arquitectónicos que van llenando nuestas calles? ¿Qué rebuznos y ruidos, que hoy pasan por ser música, resistirán el paso del tiempo?¿Qué quedará de la moda actual? Montones de estiércol prentenden ser arte. Las generaciones futuras no lo entenderán...
¿No estará el mundo civilizado sufriendo una nueva invasión de los bárbaros? En todo caso, hay gustos que merecen palos. Una página web que montó un concurso para localizar la escultura más horrible de España: De tantas candidatas, les costó mucho seleccionar la peor. La de la foto de arriba tuvo muchos votos.
"El ravachol" era como llamaban a una barca pequeña que cruzaba el tramo final del río Turia, en Valencia. La impulsaba un barquero a puro brazo: Una cuerda tendida de orilla a orilla, y él, como trepando desplazaba la minúscula embarcación.
Transportaba envíos menudos, y grupos de pocas personas (más no cabían). Desapareció tras la riada de 1957.
También un blog puede ser vehículo de transporte de... cosas pequeñas. Tertulia virtual para hablar de ellas. De una forma sosegada, lenta, segura, y entrañable, como recuerdo melancólico del ravachol.
Antes, "el Ravachol" fue como llamaban a un tranvía a vapor...
del que casi se podría decir lo mismo.
